FERTILICEMOSLA en la Ket Galería

Goretti López Heredia

Vuelven las fiestas navideñas, los reencuentros alrededor de una mesa profusamente decorada que acoge las exquisiteces y licores más selectos. Los altavoces de la ciudad invitan a salir, a pasearse por las ferias arropados con bufandas y villancicos buscando regalos, recordando otros inviernos mientras contemplamos una vez más las figuras del belén.

Acurrucado en un rincón, al amparo de las miradas y el alboroto, el Caganer ha ejecutado año tras año su quehacer anónimo, constante e irreverente. Algunos escaparates han querido dotarlo de rostros grotescos, como un reclamo de los titulares del año. Su función primordial, sin embargo, supera los límites de la estridencia mediática del presente.

Aquí el centro no es la escudella, ni el turrón, ni las sobremesas interminables, ni las caras recién incorporadas a la fiesta. Los brotes verdes que irán creciendo a lo largo de las tres semanas de la instalación junto a las granadas, cítricos y uvas sabrosas que lo rodean nos demuestran que la figura del Caganer se arraiga en la tierra. Ese es el origen y destino de la abundancia transformada en manteles de hilo, raso y sedas deslumbrantes, pieles relucientes, pavos rellenos, manjares refinados, conversaciones sin fin y ronquidos satisfechos.

El banquete navideño presidido por el Caganer nos recuerda que somos simiente y fermento, una etapa más del ciclo de la tierra. Fertilicémosla. Fertilicémosla.

Goretti López Heredia

Comisaria

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